Uno de los motivos que justifican la intervención del Estado en la Economía (en una Economía mixta como la española) es que el país entre en una fase de recesión. Antaño, los gobiernos europeos tenían unas cuantas herramientas para salir de la recesión: bajar impuestos, subir gasto público, devaluar la moneda o bajar el tipo de interés. Con la llegada del euro, el tipo de interés y el tipo de cambio los fija el Banco Central Europeo, por lo que las herramientas se reducen prácticamente a una: la Política Fiscal, es decir, actuar en impuestos y gasto público.
Cuando la economía entra en recesión, el Estado debe llevar a cabo una politica fiscal expansiva para reanimar la economía, es decir, debe bajar los impuestos o subir el gasto público o ambos:
- una bajada de impuestos a familias y empresas, favorece el consumo y la inversión, por lo que la demanda agregada se desplaza hacia la derecha, aumenta la producción y por tanto el empleo (ver gráfica)
- una subida del gasto público (Plan E), también provoca un desplazamiento de la demanda agregada hacia la derecha, aumenta la producción y por tanto el empleo (ver gráfica)
El gran inconveniente de la política fiscal expansiva es que se genera déficit público, ya que se reducen los ingresos y aumentan los gastos.
Puede ocurrir que la politica fiscal expansiva fracase y no genere un efecto global positivo en la economía, puede ocurrir que no aumente la producción y siga aumentando el desempleo, y que lo único que se cumpla es que se genere déficit público. Si el déficit aumenta mucho (en España es el 12% del PIB cuando el pacto de estabilidad marca un máximo del 3%) el Estado debe centrarse en controlar el déficit para que no se acelere la deuda pública (España tiene una deuda pública actual del 65% del PIB).
Para controlar el défict público el Estado puede aplicar una política fiscal restrictiva, es decir, subir impuestos o bajar el gasto público o ambos (en julio subirá el IVA e IRPF, y en los próximos cuatro años el gasto público descenderá en 50.000 millones de euros). El problema de una política fiscal restrictiva es que afecta negativamente a la actividad económica:
- una subida de impuestos a familias y empresas, perjudica el consumo y la inversión, por lo que la demanda agregada se desplaza hacia la izquierda, disminuye la producción y por tanto el empleo
- una bajada del gasto público, también provoca un desplazamiento de la demanda agregada hacia la izquierda, disminuyendo la producción y por tanto el empleo.
Ante este panorama nos planteamos una serie de cuestiones:
1. ¿Qué hubiera pasado si el Estado hubiese orientado su política fiscal expansiva en una bajada de impuestos en vez de centrarla en la subida del gasto público?
2. ¿Si se bajaran impuestos a las empresas, crearían éstas más empleo?
3. ¿Afectará negativamente al consumo y la inversión la subida de impuestos?
4. ¿Servirán la subida de impuestos y el control del gasto para reducir el déficit público?
5. ¿Es posible que si se bajan los impuestos la gente consuma más y por tanto el Estado recaude más y las empresas vendan más generando así más empleo?